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viernes, 6 de febrero de 2015

Con el tiempo.


Hay un parecido sorprendente entre la muchacha que nos mira en La Tempesta de Giorgione, con la mujer ya mayor del llamado retrato de La Vecchia también atribuido al mismo pintor:



Los rasgos de los dos rostros se parecen; el pelo rubio que cae a la izquierda y la raya en el medio coinciden; la ropa blanca que les cubre a medias la cabeza y los hombros guarda cierta semejanza; también la pose y el punto de vista, y en ambos casos tenemos la misma mirada de reojo hacia el espectador. Se trata además de 2 óleos sobre tela de dimensiones similares.

El retrato de la mujer mayor fue descrito en un inventario de la familia Vendramin en 1569 como un retrato de la madre de Giorgione pintado por su propia mano. En ese mismo inventario se incluía también la llamada La Tempesta, que en 1530 pudo ver Marcantonio Michiel y que describió en su cuaderno como un pequeño paisaje sobre tela con una tormenta, un soldado y una gitana: 3 siglos después La Tempesta apareció inventariada curiosamenbte en la colección Manfrin como “La familia de Giorgione”, para posteriormente cambiar otra vez de título. El retrato de la mujer mayor fue adquirido en 1856 directamente por la Accademia de Venecia de la colección de Manfrin, mientras que La Tempestad acabó en la Accademia en 1932 después de algunas vicisitudes.

La Tempesta encaja perfectamente con la idea que tenemos de Giorgione, sin embargo el retrato de la mujer mayor no se parece en nada a ninguna otra obra atribuida a Giorgione. Pero guarda una curiosa semejanza con la muchacha de la Tempesta.

La mujer mayor se señala a sí misma con esa leyenda en la mano que dice “Col tempo”. Se ha querido ver en ello un mensaje moral: como diciendo que el tiempo acaba con el esplendor, la gloria y la belleza de la vida, y que si la vanidad y tal. También podría ser que la mujer se señalara a sí misma como diciendo que sigue siendo ella a pesar del tiempo. El dedo apunta a la altura del pecho con el que en otro tiempo posiblemente amamantara a una criatura, que un poco más allá en otra pared del mismo museo aparece protegida incluso de la vista del espectador en otro cuadro.


Giorgione pudo haber sido perfectamente capaz de urdir ese juego conceptual y visual entre los dos cuadros, que han viajado juntos con sus secretos a lo largo del tiempo hasta su ubicación actual en la Accademia.

Giorgione tendría 10 años cuando murió su padre y su madre se convirtió en cabeza de familia. Vasari remarca en su biografía su origen humilde, y sin embargo pertenecía por parte de padre a una notable familia de Castelfranco, los Barbarelli. Sabemos que se fue solo a Venecia siendo crío, y en un suceso todavía por aclarar fue preso con no más de 13 años en 1489. Una documentación hallada recientemente nos dice que ella vendió parte de su propiedad para poderlo liberar. Unos pocos años después apareció por Castelfranco ya con el oficio de pintor, y un poco más tarde fue contratado para la famosa tabla de su ciudad natal.

Debió sentirse muy unido a su madre. Según parece no sólo le dio la vida, sino que también se la salvó.