Powered By Blogger

domingo, 25 de junio de 2017

Vida, amores, guerras y canciones del caballero y trovador Raimbaut de Vaqueiras.

La información que nos ha llegado de Raimbaut de Vaqueiras procede de los cancioneros manuscritos de poesía trovadoresca que se han conservado. Esos cancioneros incluyen las llamadas Vidas, breves semblanzas biográficas ilustradas con miniaturas de los trovadores que escribieron en provenzal desde Cataluña, pasando por el mediodía francés hasta el Piamonte durante los siglos XII y XIII. Después de la Vida venían, escritas con otro color de tinta, las llamadas Razós, introducciones específicas a determinadas canciones que también incluían a veces un pentagrama con la melodía. Los juglares que difundían estas canciones se ayudaban de estos cancioneros en sus repertorios, y cuando las presentaban en público primero contaban la vida del trovador y después de la Razó correspondiente, pasaban a interpretar esa canción.

De manera que entre las Vidas, las Razós, lo que no cuentan las propias canciones y cartas de Raimbaut y diversas informaciones relativas a los personajes de su entorno, podemos imaginarnos de alguna manera su vida.

Raimbaut llegó a la casa de Monferrato en el norte de Italia hacia 1190. Tenía entonces unos 25 años y venía de la Provenza, en donde había empezado como juglar y progresado como trovador y hombre de armas en la corte del príncipe de Orange. El marqués Bonifacio de Monferrato era 15 años mayor que Raimbaut y lo acogió en su corte como trovador, y pronto como caballero y compañero de armas e incluso como amigo. En las 3 cartas épicas que le dirigió al Marqués, según parece en los últimos años de su vida, podemos leer las diversas peripecias que vivieron juntos durante la década que siguió:

“Señor marqués, no me negaréis porque es verdad, y lo sabéis muy bien, que yo estaba a vuestro lado, como buen vasallo, cuando atacasteis en Quarto, entre Asti y Annone; cuatrocientos caballeros os perseguían a todo galope, y a vuestro lado teníais apenas diez que os acompañaran, y entonces os volvisteis y les golpeasteis con fuerza: luego os temían más que la grulla al halcón. Y atendí la necesidad más urgente cuando vos y yo levantamos ágilmente de la arena al marqués Albert, que había caído de la silla. Y he estado en grave cautiverio a causa de vuestras guerras, y he hecho muchas incursiones, allí por Ricaldone, y he quemado muchas casas, atacando con vos en Caranzano. Y en Messina os cubrí con el escudo en medio de la batalla, cuando venían hacia vos flechas, y lanzas, y espadas y cuchillos.”

En otra carta:

“Y me viene a la mente también cuando Aimonet, el juglar, vino a Montalto con la noticia de que querían enviar a Jacobina a Cerdeña y hacerla casar contra su voluntad. Entonces vos empezasteis a suspirar, y recuerdo cómo os dio un beso al despedirse de vos, cuando os suplicó tan ansiosamente que la protegieras de su tío, que quería desheredarla.

Así que enviasteis a cinco jinetes, lo mejor que pudisteis encontrar, montamos a caballo y cabalgamos de noche después de la cena, vos, Guiot, Hugonet del Far y Bertaldo, que bien sabían cómo guiarnos, y yo, pues no me quiero pasar por alto a mí mismo, ya que yo fui quien la sacó del puerto en el momento del embarcar.

La alarma sonó por tierra y por mar, y gente a caballo y a pie nos buscaron: fue una gran persecución, y nos preparamos para irnos y nos parecía que nos íbamos a escapar hasta que los de Pisa vinieron a atacarnos. Y cuando vimos tantos caballeros cortándonos el paso, en apretada formación, tantos caballeros con sus cotas de malla y finos y brillantes cascos, y sus estandartes al viento, fuimos a escondernos entre Albenga y Finale. Allí oímos muchos cuernos y clarines que sonaban, y muchos gritos de guerra que venían de muchos lados: y no hace falta preguntar si no estábamos asustados.

Dos días pasamos sin beber ni comer. Al tercero resolvimos salir, y nos encontramos en el paso de Belhestar con doce bandoleros que estaban allí para robar, y estábamos en un aprieto porque no podíamos asaltar a caballo aquel lugar. Así que fuimos a pelear contra ellos a pie, y yo fui herido con una lanza a través de mi collar, pero herí a tres o cuatro, creo recordar, de manera que los hice darse vuelta y retroceder. Y Bertaldo y Hugonet del Far vinieron a mi rescate al verme herido, y entre los tres libramos el paso de los bandoleros, para que pudierais cruzar libremente, debéis recordarlo. Después de eso, comimos con placer un almuerzo frugal de pan solo, sin beber y sin lavarnos.

Al anochecer llegamos a Pueg-clar, y el señor Aicio estaba tan feliz y tanto nos quería honrar que hubiese dejado a su hija, la hermosa Aigleta, yacer con vos, si lo hubieseis aceptado.

A la mañana siguiente, como noble señor feudal, quisisteis recompensar a nuestro anfitrión generosamente, y Anselmet se casó con Jacobina, que recuperó el condado de Ventimiglia después de la muerte de su hermano, a pesar de las tretas de su tío que creía haberse deshecho de ella. Luego buscasteis un marido para Aigleta, y la entregasteis a Gui de Montélimar.”

Los trovadores procedían mayoritariamente de la baja nobleza, pero también surgieron entre la nobleza más alta así como de los estamentos más humildes. Y fue protagonizado tanto por hombres como por mujeres (las llamadas trobairises; trobairitz en singular). Hay en sus canciones unos ciertos ideales de que armonizan con la naturaleza. Y si un tema destacó sobre todos los demás, éste fue el del amor, que dio lugar a unas canciones que revolucionaron la mentalidad y cultura de la época y lugar.

Los trovadores no vivían de sus canciones, sino que normalmente pasaban a formar parte de una casa de una cierta riqueza y nobleza como caballeros o cortesanos, y allí cantaban las excelencias de las mujeres de esas casas, que adquirían fama mientras los juglares iban por ahí difundiéndolas. Había señoras de una belleza legendaria, y se daba incluso el caso de hombres que se enamoraban de la mujer de una canción sin haberla conocido, tan sólo con lo que se imaginaban a partir de los versos que escuchaban. Era una especie de género literario y musical aceptado por todos en el que sin embargo se daban ciertos conflictos. El trovador se aproximaba a la mujer con galanterías y se recreaba en las penas y alegrías que ella le causaba con sus negativas y su coqueteo. Pero no siempre era así y el juego amoroso podía terminar en el lecho. Tanto el amor como el sexo trastocan el orden social, y por eso siempre se ha tratado de dominar y reprimir a lo largo del tiempo en cualquier sociedad. Estos juegos amorosos representaban un signo del dinamismo de aquel mundo, que como contrapartida tenía también sus elementos reaccionarios. La cruzada albigense y la persecución de los cátaros fue la manifestación de un conflicto entre quienes representaban una nueva mentalidad, y los que inevitablemente no lo iban a permitir.

En las Vidas de Raimbaut nos presentan a Beatriz como la hermana del marqués Bonifacio de Monferrato, y añaden que estaba casada con Enrique II del Carretto. Sin embargo todo parece indicar que Beatriz fue en realidad la hija menor que Bonifacio tuvo con su primera esposa, Helena del Bosco; y que además no estuvo casada con Enrique del Carretto. En su poema “Truan, mala guerra” de 1200 ó 1201, Raimbaut llama a Beatriz “hija del marqués”, al tiempo que destaca repetidamente su juventud. A diferencia de su hermana Inés, casada después con Enrique de Flandes en un matrimonio políticamente estratégico; y de su hermano Guillermo, sucesor del Marquesado, sabemos muy poco de Beatriz. El caso es que en cuanto Raimbaut llegó a Monferrato y la vio, se quedó prendado de ella y comenzó a dedicarle sus canciones.

En una de sus Vidas podemos leer la siguiente escena de interior en la que sin ser visto Raimbaut pudo espiar el comportamiento de la muchacha en la intimidad:

“Cierto día volvió el marqués de cazar, y entró en la cámara de Beatriz y dejó la espada al lado de una cama, y salió fuera. Y mi señora Beatriz se quedó en la cámara, se quitó el manto y quedó en brial. Y tomó la espada y se la ciñó a estilo de caballero. Y la sacó de la vaina y la levantó, y la tomó con la mano y la apoyó una vez en el brazo y otra en el hombro; y la volvió a la vaina, se la desciñó y la dejó al lado de la cama. Y Raimbaut de Vaqueiras veía por un tragaluz todo lo que os he dicho.”

A partir de entonces la llamó Bel Cavallier (Hermoso Caballero):

Ja non cujei vezer (Nunca creí poder ver)
C'amors mi destreises (Que el amor me torturara)
Tant que dompna’m tengues (Tanto que una dama me tendría)
Del tot en son poder, (Del todo en su poder)
Que contra lor orguoill (Porque frente a su orgullo)
For' orgoillos, cum suoill, (Yo sería orgulloso como suelo)
Mas beutatz e jovens (Pero hermosura y juventud)
E gentils cors plazens (El agradable cuerpo gentil)
E.il gai dich plazentier (Y las graciosas palabras placenteras)
De mon Bel Cavallier (De mi Hermoso Caballero)
M'ant faich privat d'estraing; (Me han privado de ser arisco)
E puois durs cors s'afraing (Y cuando un corazón duro se suaviza)
Vas amor en luoc car, (Ante el amor en un lugar querido)
Sap mieills sa dompn' amar (Sabe amar mejor a su dama)
C'umils trop amoros, (Que un humilde excesivamente amoroso)
De totas enveios (Deseoso de todas)

En sus canciones, combinaba el amor y la guerra como si tuvieran la misma naturaleza, y como expresión de su doble condición de hombre de armas y trovador:

Eissamen ai gerreiat ab amor (He hecho la guerra contra el amor de igual manera)
Co.l francs vassals gerrei' ab mal seignor, (A como un noble vasallo guerrea contra un mal señor)
Qe.il tol sa terr' a tort, per que.l gerreia, (Que equivocadamente se quedó con su tierra, por la cual lucha)
E qan conois qe.il gerra pro no.il te, (Y cuando conoce que de la guerra no obtendrá nada)
Pel sieu cobrar ven puois a sa merce. (Para poder quedarse demanda una gracia)
Et eu ai tant de joi cobrar enveia (Y tanto deseo yo recuperar la alegría )
C'ad amor qier merce del sieu pechat (Que pido al amor que perdone sus propios males)
E mon orgoill torn en humilitat. (Y mi orgullo se torna en humildad.)

En la siguiente estrofa reconoce sus debilidades:

Lo jorn que'ns ac amors abdos eletz, (El día que el amor nos eligió a los dos)
Vostra beutat me det l'erguelh del pau, (Vuestra belleza me inspiró el orgullo de un pavo real)
Que remira.l vert e.l vermelh e.l blau (Que se remira el verde, el rojo y el azul)
Tro per erguelh s'erra de las paretz! (Hasta que por orgullo se aleja de los muros (pierde el sentido de la realidad) )
Aquelh erguelh li te tro que.l cap clina, (Aquel orgullo le dura hasta que inclina la cabeza)
Que ve sos pes! et ieu contrafas luy, (Y se ve los pies, y yo hago como él)
Quan vey midons qu'ab belh semblan m'aduy (Cuando veo a mi dama que con su bello semblante me proporciona)
Gaug et erguelh, tro qu'ap no m'atayna (Placer y alegría, hasta que me desengaña con un no. )

Raimbaut empezó a conquistarla cortésmente. Primero se aproximó tímidamente a ella según nos cuentan en una de sus Vidas:

“Un día fue ante ella y le dijo que amaba a una dama gentil, joven e importante, con la que tenía gran intimidad, pero que no osaba decirle lo mucho que la quería ni manifestarle y requerir su amor, tanto temía su gran riqueza y su honrada valía; y le pidió por Dios y por piedad que le aconsejara si debía descubrirle su corazón y su voluntad y requerirla de amor, o morir callando, temiendo y amando.”

Beatriz sabía perfectamente que se estaba refiriendo a ella, así que le aconsejó lo siguiente:

“Raimbaut, le aconsejo que, antes de que muera, le manifieste el amor y la voluntad que le tiene y que le ruegue que lo tome por servidor y por amigo. Y os aseguro que, si la dama es sabia y cortés, no se lo tomará a mal ni como deshonor, antes bien lo apreciará más y lo tendrá por mejor hombre”.

Raimbaut le dijo entonces que ella era a quien amaba, y Beatriz le contestó que era bienvenido, y que lo quería como caballero y por servidor. Y así surgió un nueva canción:

“Era’m requier sa costum' e son us” (Ahora me requieren su costumbre y su uso)

Raimbaut era hijo de un caballero pobre y extravagante de la Provenza. A pesar de prosperar socialmente primero en el castillo de Orange y luego con el marqués de Monferrato hasta convertirse en caballero, el orden social distinguía claramente entre la alta nobleza, a la que pertenecía Beatriz, y la baja, de la que formaba parte Raimbaut. Ese conflicto está en el fondo de la relación que mantuvieron los dos, y también en la naturaleza misma del trovador, que en muchos aspectos trataba como a iguales a los estamentos superiores, y por otra parte sabía que más allá de cierto punto no se podía mezclar con ellos.

La Razó que hace de introducción a su famosa estampida “Kalenda maia”, empieza contando que Raimbaut andaba triste desde hacía un tiempo. La relación entre Beatriz y Raimbaut había despertado diversos celos en el castillo de Monferrato, así que empezaron a intrigar con la idea de que él era un don nadie que no le convenía a ella. A Beatriz la pusieron en un compromiso en público cuando le dijeron que la galantería y el amor de Raimbaut no era ningún honor, sino todo lo contrario. Las murmuraciones afectaron a Beatriz, que finalmente fue y se descargó con Raimbaut: le dijo que estaba harta y que se enamorara de otra más apropiada para él. Esto tocó la fibra más sensible de Raimbaut, que dejó de cantar y reír, y anduvo por ahí solo y esquivo:

“En aquellos días llegaron a la corte del marqués dos juglares de Francia que sabían tocar bien la vihuela. Y un día tocaban una estampida que gustaba mucho al marqués, a los caballeros y a las damas. Y Raimbaut no se alegraba de nada, de modo que el marqués se dio cuenta de ello y dijo: “Señor Raimbaut, ¿qué ocurre que no cantáis ni os alegráis cuando oís tan bello son de vihuela y veis aquí a una dama tan hermosa como mi querida Beatriz, que os ha retenido por servidor y es la dama más importante del mundo?” Y Raimbaut respondió que no haría nada. Y el marqués sabía bien el motivo, y le dijo a Beatriz: “Mi señora Beatriz, por amor a mí y a todas estas gentes, quiero que os dignéis rogar a Raimbaut que, por vuestro amor y por vuestra gracia, se alegre, cante y se ponga contento, como hacía antes”. Y mi señora Beatriz fue tan cortés y tan amable que le rogó y lo animó para que, por su amor, se alegrara e hiciera de nuevo una canción. Por lo que Raimbaut, por la razón que habéis oído, hizo la estampida que dice así:

Kalenda maia (Ni el primero de mayo)
Ni fueills de faia (Ni las hojas del haya)
Ni chans d'auzell ni flors de glaia (Ni el canto del pájaro ni la flor del gladiolo)
Non es qe’m plaia, (No me placen)
Pros dona gaia, (Noble y alegre dama)
Tro q'un isnell messagier aia (Hasta que me llegue un veloz mensajero)
Del vostre bell cors, qe’m retraia (De vuestra bella persona, que me cuente)
Plazer novell q'amors m'atraia (El nuevo placer con el que el amor me atrae)
E jaia, (Y os tenga)
E’m traia (Y me lleve)
Vas vos, donna veraia, (Hacia vos, dama verdadera)
E chaia (Y caiga)
De plaia (Herido)
‘l gelos, anz qe.m n'estraia. (El celoso antes de que yo renuncie a ello.)

Los versos fueron hechos sobre las misma melodía que los juglares habían tocado con las vihuelas.

En otro episodio de sus Vidas, el cronista nos cuenta cómo terminó el juego amoroso:

“Y ocurrió que la dama se acostó para dormir con él. Y el marqués, que tanto lo amaba, los encontró durmiendo, y se indignó mucho, pero, como hombre sabio, no los quiso tocar, sino que tomó su manto y los cubrió, y cogió el de Raimbaut y se fue. Y cuando Raimbaut se levantó, se dio cuenta de lo que pasaba. Se puso el manto al cuello y fue directamente al marqués. Y se arrodilló ante él y le pidió piedad. Y el marqués vio que sabía lo que había ocurrido; y le recordó los favores que le había hecho en muchos lugares. Y para que no se entendiera por qué le exigía que le pidiera perdón, le dijo encubiertamente que lo perdonaba porque le había devuelto la ropa; y los que lo oyeron se creyeron que lo decía porque le había quitado el manto. Y el marqués lo perdonó y le dijo que nunca más se quedara con su ropa; y no fue sabido sino por ellos dos.”

En 1201 Bonifacio de Monferrato fue elegido líder de la Cuarta Cruzada en Soissons, formada por una liga heterogénea que iba a dirigir su expansión hacia Constantinopla en lugar de Tierra Santa. La flota veneciana y los ejércitos aliados formados por reinos franceses y alemanes llegaron a las puertas de Constantinopla en 1203, y después de diversos episodios, sitios, asaltos y pactos, los cruzados entraron en Constantinopla y la saquearon salvajemente en 1204.

En una de sus cartas a Bonifacio de Monferrato, Raimbaut nos da detalles de la conquista de Constantinopla en la que participó con su señor:

et ai vos ajudat (Y os he ayudado)
a conquerre emperi e regnat (a conquistar imperio y reino)
et estas terras et yllas e duguat, (y estas tierras, islas y un ducado)
e reys a penre, princeps e principat, (y a capturar reyes, príncipes y principados)
et a venser maint cavalier armat. (y a vencer a muchos caballero armados.)
Maynt fort castel e mainta fort ciutat, (Muchos castillos y ciudades fortificadas,)
maint bel palaitz ai ab vos azeguat, (muchos palacios magníficos con vos he asediado)
emperador e rey et amirat (al emperador, rey y emirato)
e’l sevasto Lasquar e’l proestrat (al augusto Lascaris postrasteis)
el Peitr' assis, e maint' autra postat. (La fortaleza del Petrión tomásteis y muchas otras dominado)
Et encaussei ab vos a Filopat (Y perseguí con vos fuera de las murallas de Constantinopla )
l'emperador, qu'avetz dezeretat, (al emperador, que habías despojado)
de Romania, e l'autre coronat. (del imperio latino de oriente, para coronar al otro.)
E si per vos no suy en gran rictat, (Y si por vos no me veo con grandes riquezas)
no semblara qu'ab vos aia estat (pareciera que con vos yo no estuve)
ni servit tan cum vos ai repropchat, (ni tampoco os serví tal como os he contado)
e vos sabetz qu'ieu dic del tot vertat, (y vos sabéis que cuanto digo es todo verdad)
senher marques (Señor marqués.)

Pero también confiesa, con su sinceridad habitual, que no quería ir a las cruzadas:

E quant anetz per crozar a Saysso, (Y cuando fuisteis a Soissons para la cuzada)
ieu non avia en cor, Dieus m'o perdo, (yo no quería de corazón, Dios me perdone,)
que passes mar, mas per vostre resso (cruzar el mar, pero por vuestra devoción)
levey la crotz e pris confessio; (llevé la cruz y tomé confesión; )
e era pres lo fort castel Babo, (yo andaba cerca del castillo de Babon,)
e no m'avion res forfait li Grifo. (y a mí los griegos no me habían hecho nada.)

Las cartas épicas escritas al marqués pedían un reconocimiento material a su fidelidad y los servicios prestados, recordando los viejos tiempos. Sin embargo también se percibe en estas cartas la sensación de que algo los había separado, como si Raimbaut se estuviese justificando de algo o como si tuviesen algo pendiente.

Bonifacio se autoproclamó rey de Tesalónica y fiel súbdito del nuevo imperio latino después de las negociaciones en Constantinopla para repartirse el nuevo orden. Las Vidas mencionan que Raimbaut fue recompensado con riqueza en aquel reino, y también que no era feliz en aquella tierra extraña. En la cuarta copla de la canción “No m´agrad’invers ni pascors”, recuerda de nuevo a su Hermoso Caballero:

N'amava mais un sol placer (Amaba más un solo placer allí)
Que sai gran terr' e gran aver, (Que aquí gran dominio y gran riqueza)
C'ades on plus mos poders creis (De ahora en adelante, cuanto más crezca mi poder)
Ai major ir' ab mi mezeis, (Mayor congoja tendré dentro de mí)
Pois mos Bels Cavalliers grazitz (Pues mi querido Hermoso Caballero)
E jois m'es loignatz e fugitz, (Y su gozo se han alejado y huido de mí,)
Don mais no.m naissera conortz, (Nunca más nacerá consuelo,)
Per q'es majer l'ir' e plus fortz. (Porque es mayor y más fuerte la pena)

El imperio latino de Constantinopla se desgastaba en luchas constantes en un entorno demasiado hostil, y el reino de Tesalónica daba al norte con el imperio de Valaquia y Bulgaria, y al Este con los griegos.

Godofredo de Villehardouin cierra su crónica de la conquista de Constantinopla con la muerte de Bonifacio de Monferrato un par de días después de que se entrevistara con el emperador Enrique de Flandes:

“Así que el emperador fue hacia allá, y dejó a Conon de Béthune vigilando la tierra alrededor de Adrianópolis con cien caballeros. Y vinieron el día de la reunión al lugar concertado en un campo muy claro, cerca de la ciudad de Cipsela. El emperador vino de un lado y el marqués del otro, y se encontraron con gran alegría. No es de admirarse, pues no se habían visto durante mucho tiempo. Y el marqués le pidió al emperador noticias de su hija Inés. Y el emperador le contó que estaba embarazada, y el marqués se felicitó y se alegró. Entonces el marqués se reconoció como súbdito del emperador, y se comprometió para defender sus tierras como lo había hecho antes con el emperador Balduino, su hermano. Y el marqués entregó a Godofredo de Villehardouin, mariscal de Romania y de Champaña, o bien la ciudad de Mosinópolis y todas sus pertenencias, o bien la de Seres, lo que mejor le pareciese. Y el mariscal se convirtió en su súbito salvo en la medida en que le debía primero lealtad al emperador de Constantinopla.

Permanecieron así durante dos días en este campo, con gran alegría, y dijeron que, como Dios había concedido que se unieran, así podrían otra vez derrotar a sus enemigos. E hicieron acuerdo para reunirse al fin del verano, en el mes de octubre, con todas sus fuerzas, en el prado ante la ciudad de Adrianópolis, y hacer la guerra contra el rey de Valaquia. Así que se separaron contentos y satisfechos. El marqués fue hacia Mosinópolis, y el emperador Enrique se dirigió hacia Constantinopla. Cuando el marqués llegó a Mosinópolis, no permaneció allí más de cinco días antes de reemprender el viaje, por consejo de los griegos de esas tierras, en una expedición a la montaña que estaba a un día largo de viaje. Y cuando hubo atravesado la tierra y estaba a punto de partir, los búlgaros del interior se reunieron y vieron que con el marqués no iba más que una pequeña escolta. Así que vinieron de todas partes y atacaron la retaguardia. Y cuando el marqués oyó los gritos, saltó sobre un caballo, desarmado como estaba con una lanza en la mano. Y cuando llegó a donde los búlgaros estaban luchando cuerpo a cuerpo con sus soldados, corrió hacia ellos y los hizo retroceder un buen trecho.

Entonces el marqués Bonifacio de Montferrato recibió un flechazo en el brazo bajo el hombro que resultaría mortal, y comenzó a perder sangre. Y cuando sus hombres lo vieron comenzaron a desalentarse y a desanimarse. Los que estaban alrededor del marqués lo sostuvieron mientras él perdía mucha sangre. Y comenzó a desmayarse. Y cuando sus hombres se dieron cuenta de que no podría ayudarlos más, quedaron consternados y comenzaron a abandonarle. La desgracia los desmanteló, y los pocos que permanecieron junto al marqués fueron asesinados.

La cabeza del marqués Bonifacio de Montferrato fue cortada y enviada a Johannizza, emperador de los búlgaros. Y esta desventura se produjo en el año de la Encarnación de Jesucristo, mil doscientos siete.”

No sabemos si Raimbaut estaba con el marqués Bonifacio el día que lo atacaron y mataron. De haber estado seguramente no hubiese huido como la mayoría, y entonces debieron matarlo tal como cuenta Godofredo de Villehardouin. Quizás no estuviese ese día, pero las Vidas dicen que murió en Tesalónica por entonces, y el hecho de que no tengamos canciones ni cartas lamentándose de la muerte de Bonifacio, como sí hizo por ejemplo el trovador Elias Cairel, que andaba por aquellas tierras en aquel momento; hace pensar que si no fue junto al marqués, seguramente perdió la vida poco después en alguna de las constantes escaramuzas contra griegos y búlgaros. Su muerte no extraña demasiado si nos lo imaginamos lejos de casa, en una tierra y una guerra que le resultaban ajenas, incapaz de disfrutar de las riquezas procedentes del saqueo de Constantinopla, con la muerte de Bonifacio y separado de la muchacha que despertaba su inspiración.

Tampoco sabemos qué fue de Beatriz. La doble muerte de su padre y Raimbaut le debió afectar profundamente, así como la de su hermana Inés, muerta también en esas mismas fechas posiblemente en el parto. El gobierno de su hermano Guillermo del marquesado ya no era lo que había sido con su padre, y las dificultades y la mala suerte dirigieron la casa hacia una especie de decadencia. Es posible que Beatriz se casara después y llevase una vida marcada por los estándares sociales de la época. O quizás se recluyese y por esa razón sabemos tan poco de ella. Pero allá donde fuera debió guardar dentro de sí aquellos años junto a su padre y Raimbaut, en el esplendor de su juventud, como una edad dorada que ya no iba a volver, o como un paraíso perdido. Quizás alguna vez llamara incluso a un juglar para que le contara la vida del caballero y trovador Raimbaut de Vaqueiras, y después de la introducción volviese a escuchar una de sus canciones. Y mientras la escuchaba, pudo ponerse a pensar en cómo pasa el tiempo, haciendo desaparecer un mundo para que aparezca otro, y arrastrándonos a todos nosotros consigo en ese movimiento. Porque en esta vida nadie ni nada se salva.



Kalenda maia (Ni el primero de mayo)
Ni fueills de faia (Ni las hojas del haya)
Ni chans d'auzell ni flors de glaia (Ni el canto del pájaro ni la flor del gladiolo)
Non es qe’m plaia, (No me placen)
Pros dona gaia, (Noble y alegre dama)
Tro q'un isnell messagier aia (Hasta que me llegue un veloz mensajero)
Del vostre bell cors, qe’m retraia (De vuestra bella persona, que me cuente)
Plazer novell q'amors m'atraia (El nuevo placer con el que el amor me llama)
E jaia, (Y yazga)
E’m traia (Y me lleve)
Vas vos, donna veraia, (Hacia vos, dama verdadera)
E chaia (Y caiga)
De plaia (Herido)
‘l gelos, anz qe.m n'estraia. (El celoso antes de que yo renuncie a ello.)

Ma bell' amia, (Mi bella amiga)
Per Dieu non sia (Por Dios que no ocurra)
Qe ja’l gelos de mon dan ria, (Que el celoso se ría de mi daño)
Qe car vendria (Pues vendería caros)
Sa gelozia, (Sus celos)
Si aitals dos amantz partia; (Si a tales dos amantes separa)
Q'ieu ja joios mais non seria, (Ya no estaría nunca más contento)
Ni jois ses vos pro no’m tenria; (Ni alegría sin vos podría tener)
Tal via (Tal camino)
Faria (Tomaría)
Q'oms ja mais no’m veiria; (Que ya nadie más me vería)
Cell dia (Ese día)
Morria, (Moriría)
Donna pros, q'ie’us perdria. (Señora puesto que os perdería)

Con er perduda (¿Cómo la podría perder)
Ni m'er renduda (Ni recuperarla)
Donna, s'enanz non l'ai aguda (Una dama, si antes no la tuve?)
Qe drutz ni druda (Ni amante ni amada)
Non es per cuda; (No son imaginarios )
Mas qant amantz en drut si muda, (Cuando el enamorado en amante se convierte)
L'onors es granz qe’l n'es creguda, (El honor que impulsa es grande )
E’l bels semblanz fai far tal bruda; (El bello rostro crea tal ruido y fama)
Qe nuda (Que desnuda)
Tenguda (Poseída)
No’us ai, ni d'als vencuda; (No os he tenido, ni otros os conquistaron)
Volguda, (Querida)
Cresuda (Obedecida)
Vos ai, ses autr'ajuda. (Por mí, sin nada a cambio)

Tart m'esjauzira, (Poco me alegraría)
Pos ja’m partira, (Si partiese)
Bells Cavalhiers, de vos ab ira, (Hermoso Caballero, de vos con pena)
Q'ailhors no’s vira (Pues no me llevaría a ninguna parte)
Mos cors, ni’m tira (Mi corazón, ni tiran de mí)
Mos deziriers, q'als non dezira; (Mis deseos, puesto que no desean otra cosa )
Q'a lauzengiers sai q'abellira, (Los maldicientes se alegrarían )
Donna, q'estiers non lur garira: (Señora, puesto que lo contrario no les sentaría bien)
Tals vira, (Ésos verían)
Sentira (Y oirían)
Mos danz, qi’lls vos grazira, (Mi daño con agradecimiento)
Qe.us mira, (Puesto que os miran)
Cossira (Consideran)
Cuidanz, don cors sospira. (Con cuidado, por lo que mi corazón suspira)

Tant gent comensa, (Tan gentil comienza)
Part totas gensa, (Brillando sobre todas)
Na Beatritz, e pren creissensa (Beatriz, y crece)
Vostra valensa; (Vuestro valor)
Per ma credensa, (Pues en mi creencia)
De pretz garnitz vostra tenensa (De acreditados hechos tenéis dominio)
E de bels ditz, senes failhensa; (Y de bellas palabras sin fallos)
De faitz grazitz tenetz semensa; (De bellos hechos tenéis semilla)
Siensa, (Sensatez)
Sufrensa (Sufrimiento)
Avetz e coneissensa; (Tenéis y conocimiento)
Valensa (Valor)
Ses tensa (Sin falta)
Vistetz ab benvolensa. (Lleváis con benevolencia)

Donna grazida, (Graciosa Señora)
Qecs lauz' e crida (Todos alaban y gritan)
Vostra valor q'es abellida, (Vuestra valía que es preciada)
E qi’us oblida, (Y quien se olvida)
Pauc li val vida, (De poco le vale la vida)
Per q'ie’us azor, donn' eissernida; (Porque os adoro, distinguida dama)
Qar per gencor vos ai chauzida (Pues os elegí como la más gentil)
E per meilhor, de prez complida, (Y la mejor de mérito cumplido)
Blandida, (Os he cortejado)
Servida (Servido)
Genses q'Erecs Enida. (Mejor que Erec a Enide)
Bastida, (Compuesta)
Finida, (Y acabada)
N'Engles, ai l'estampida. (Inglés, tengo la estampida)

(Raimbaut llamaba al marqués “el inglés”, n’engles, no se sabe por qué. Esta interpretación se salta algunas estrofas, pero está tan lograda que la hemos usado para ilustrar el post)

domingo, 11 de junio de 2017

Sogno di una fanciulla, sobre 1505, de Lorenzo Lotto, National Gallery of Art de Washington.

Lorenzo Lotto nació en Venecia en 1480 y murió en Loreto en 1556. Se formó por tanto en el principio del Cinquecento, seguramente el momento más creativo y lleno de ideas del Renacimiento. Fue un buen retratista, pintó escenas mitológicas con gracia y sus tablas para las iglesias siguen teniendo interés. Sin embargo su carrera como pintor resultó complicada. Podemos detenernos un momento en este posible autorretrato:



Las dos arrugas entre las cejas indican su seriedad y son el signo de un cierto dolor; su vestimenta negra es austera, lo mismo que el cuadro en general; un bonito color verde de fondo contrasta y hace destacar el color castaño y un poco rojizo de su barba, lo mismo que esos ojos que nos miran de reojo, desconfiando un poco del público y sin embargo posando ante él. En realidad se estaba mirando a sí mismo en un espejo mientras se pintaba, de manera que también expresa la concentración del momento y cierta desconfianza mientras pasaba de la imagen en el espejo a la que iba resultando en el lienzo. Parece un tipo reservado, y sin embargo también con la necesidad evidente de expresarse.

La tabla que vamos a comentar a continuación no está firmada, datada ni documentada. En 1681 se le atribuyó a Giorgione en una venta de los Medici en 1681 con el siguiente comentario: "Quadro in tavola di Giorgione, con una dona seduta che guarda il cielo tiene un drapo nelle mani qual sono Danae in piogia d'oro." En 1887 Sir Martin Conway la compró de la colección de Castelbranco en Milán, creyendo que se trataba de una obra del pintor alemán del XVII temprano Hans Rottenhammer; y fue entonces que se relacionó con Lotto por similitud con otra tabla parecida obra de él. En 1934 Kress la adquirió de la colección de Alessandro Contini Bonacossi, le hicieron incluso radiografías que mostraron una curiosa figura detrás, y en 1938 pasó a residir en el Museo de Washington. Se ha querido ver a Dánae y la lluvia de oro, también a la ninfa Rodo, y más en general una alegoría moral sobre la castidad y la tentación del deseo carnal, así como una alusión a la Laura de Petrarca y su “Chiare fresche e dolci acque”, con ese agua a un costado y el laurel que le crece detrás: laurel que conecta también con la ninfa Dafne.

Óleo sobre tabla 42,9 x 33,7 cm.

Pintar un cuadro pequeño es tan o más difícil que pintar uno grande, y siempre destaca más la idea que en uno grande. Tenemos a la muchacha vestida de blanco y oro en el centro de la composición que se destaca con una luz sobrenatural junto a un remanso de agua clara. Tiene los ojos abiertos y parece ausente en su ensueño. Un cupido o algún tipo de angelito alado deja caer sobre ella unas flores blancas de cuatro pétalos como si fuese un fino polvo de estrellas, y detrás crece la rama joven de un laurel que parece proceder incluso de su misma cabeza, como si la vida brotara directamente de ella con la fuerza de la naturaleza. Se unen la noche y el día como si se ubicara la escena más allá del tiempo, con el amanecer cálido entre las montañas y el azul frío de la noche más arriba. Desde la frondosidad del bosque se asoma una sorprendente sátira, que guarda un cierto parecido con el rostro de la muchacha, mirando no sabemos si a ella o al sátiro al otro lado ocupado en embriagarse con un vino que contrasta con el agua limpia que ella tiene delante. De fondo unas montañas que parecen más imaginarias que descriptivas.

Hay una simetría entre el cielo arriba con sus azules, y lo terrenal abajo con sus verdes: la fila de montañas en el centro hace de eje y las figuras forman varios triángulos entre sí apuntando hacia arriba. Esa distribución la rompen los árboles que crecen verticalmente hacia arriba y el hilo de flores que caen hacia abajo, creando así un cierto movimiento en la mirada que mezcla cielo y tierra, y la realidad y el sueño.

Todas esas imágenes alrededor suceden mientras la muchacha contempla su visión con los ojos abiertos. Está presente entre todo lo demás, pero parece pertenecer a un orden distinto de cosas: nos la muestran soñando en un mundo en el que lo visible parece un sueño.

Mirar un cuadro es tratar de conectar a través de las formas organizadas sobre una superficie plana con lo que la gente que las pintó pensaba, imaginaba o incluso soñaba mientras lo hacía. Siglos después de que la pintaran, esta tablita de un palmo y medio de alto por uno y poco de ancho contiene la profundidad de un sueño, y de alguna manera nos abre una puerta y toca nuestras emociones y nos hace funcionar el pensamiento al recorrerlo con la mirada.