La primera vez que tuve noticia de Jack el Destripador fue paseando de crío por el barrio. Por entonces ponían en el exterior de los cines en una especie de vitrina, una selección de fotos de las pelis que daban en aquel momento. Era un cine de reestreno al que solía ir a menudo en el Paseo Maragall, y cuando pasaba por ahí me paraba para mirarlas. Aquella semana daban una de terror de estética años 70 sobre Jack el Destripador. Me quedé fascinado por el mundo que evocaban de un East End nocturno lleno de niebla y de misteriosos asesinatos en el otoño de 1888. De vuelta a casa pregunté por el tal Jack el Destripador, y me contaron vagamente la historia de un asesino en Londres que mataba mujeres. No me quedó claro por qué las mataba, así que pedí ir a ver la peli pero me dijeron que no, que era para adultos y lo dejé correr.
Jack el Destripador cometió al menos cinco asesinatos. Primero les cortaba el cuello para que no gritaran y luego se dedicaba a destripar y mutilar, hasta llegar al más puro horror con Mary Jane Kelly. El caso fue famoso en la época. La prensa no cesaba de dar noticias, llegando incluso a publicar unas supuestas cartas macabras del asesino que la gente tomó por ciertas; precisamente el nombre de Jack the Ripper procede de esas cartas. En el barrio se vivía con miedo y circulaban piquetes. La presión social llegó hasta la Reina Victoria y la policía se empleó a fondo con todos los medios de la época. Pero el asesino se escabullía siempre con una especie de suerte maligna entre la niebla.
Bernard Shaw escribió una carta en un diario muy en su línea: en un barrio como White Chappel la vida no valía gran cosa, así que Shaw llamó la atención sobre el hecho de que tuviesen que asesinar a aquellas pobres desgraciadas para despertar la humanidad y la compasión de los más acomodados. De quien no he encontrado ningún testimonio es de Oscar Wilde, y me extraña. Si no me equivoco en aquella época estaba en Londres, y a Wilde le gustaba hablar y a la gente escucharle: el retrato de Dorian Grey tiene desde luego algo de la historia de Jack, y estoy seguro de que siguió el caso con interés; pero he buscado a fondo por internet y no he encontrado ningún comentario específico sobre el tema. También resulta curioso que en aquellas fechas se representara una versión teatral de Dr Jeckyll y Mr Hyde, de hecho se llegó incluso a sospechar del actor principal como el posible asesino de White Chappel.
La cosa es que después de la muerte de Mary Kelly de pronto terminó la atención pública sobre el caso. La prensa dejó el asunto y cesó la histeria general. Las investigaciones siguieron su curso pero de manera más discreta. Seguía habiendo asesinatos brutales, pero no tenían la marca de Jack. Quizás muriese, o tal vez lo arrestaron por otro delito, o quizás simplemente dejó de matar. Pero nunca se le detuvo oficialmente. Había una lista larga de sospechosos, y aún hoy día sigue apareciendo alguno nuevo de vez en cuando.
De todos los sospechosos el que más me llama la atención es Aaron Kosminski. Supongo que la poli dio con él en alguno de los numerosos registros que se hacían en los pisos del vecindario. Uno de los jefes de policía estaba convencido de que aquel judío polaco era Jack. Llevó a un testigo que posiblemente lo viera una noche, y, aunque se negó a reconocer a Kosminski como el asesino, algo sucedió en la identificación que le hizo creer al jefe de policía que realmente se trataba de Jack. La lástima es que no hay un informe detallado de aquel interrogatorio.
Kosminski acabó loco en un manicomio.
Jack the Ripper sigue fascinando con el tiempo. De pronto todo se relaciona a finales del XIX: se conectan las tabernas y el submundo deprimente del East End con la corte de la Reina Victoria y el gobierno de la ciudad; intervienen la prensa y el sensacionalismo, la policía, piquetes callejeros, intelectuales, y la verdad y la mentira se entremezclan. Jack apareció como un espíritu maligno personificando los miedos de su tiempo con sus enigmáticos asesinatos, a los que todavía hoy seguimos buscándole un significado. Alguien llegó a decir que Jack the Ripper inició el S.XX.
Jack el Destripador cometió al menos cinco asesinatos. Primero les cortaba el cuello para que no gritaran y luego se dedicaba a destripar y mutilar, hasta llegar al más puro horror con Mary Jane Kelly. El caso fue famoso en la época. La prensa no cesaba de dar noticias, llegando incluso a publicar unas supuestas cartas macabras del asesino que la gente tomó por ciertas; precisamente el nombre de Jack the Ripper procede de esas cartas. En el barrio se vivía con miedo y circulaban piquetes. La presión social llegó hasta la Reina Victoria y la policía se empleó a fondo con todos los medios de la época. Pero el asesino se escabullía siempre con una especie de suerte maligna entre la niebla.
Bernard Shaw escribió una carta en un diario muy en su línea: en un barrio como White Chappel la vida no valía gran cosa, así que Shaw llamó la atención sobre el hecho de que tuviesen que asesinar a aquellas pobres desgraciadas para despertar la humanidad y la compasión de los más acomodados. De quien no he encontrado ningún testimonio es de Oscar Wilde, y me extraña. Si no me equivoco en aquella época estaba en Londres, y a Wilde le gustaba hablar y a la gente escucharle: el retrato de Dorian Grey tiene desde luego algo de la historia de Jack, y estoy seguro de que siguió el caso con interés; pero he buscado a fondo por internet y no he encontrado ningún comentario específico sobre el tema. También resulta curioso que en aquellas fechas se representara una versión teatral de Dr Jeckyll y Mr Hyde, de hecho se llegó incluso a sospechar del actor principal como el posible asesino de White Chappel.
La cosa es que después de la muerte de Mary Kelly de pronto terminó la atención pública sobre el caso. La prensa dejó el asunto y cesó la histeria general. Las investigaciones siguieron su curso pero de manera más discreta. Seguía habiendo asesinatos brutales, pero no tenían la marca de Jack. Quizás muriese, o tal vez lo arrestaron por otro delito, o quizás simplemente dejó de matar. Pero nunca se le detuvo oficialmente. Había una lista larga de sospechosos, y aún hoy día sigue apareciendo alguno nuevo de vez en cuando.
De todos los sospechosos el que más me llama la atención es Aaron Kosminski. Supongo que la poli dio con él en alguno de los numerosos registros que se hacían en los pisos del vecindario. Uno de los jefes de policía estaba convencido de que aquel judío polaco era Jack. Llevó a un testigo que posiblemente lo viera una noche, y, aunque se negó a reconocer a Kosminski como el asesino, algo sucedió en la identificación que le hizo creer al jefe de policía que realmente se trataba de Jack. La lástima es que no hay un informe detallado de aquel interrogatorio.
Kosminski acabó loco en un manicomio.
Jack the Ripper sigue fascinando con el tiempo. De pronto todo se relaciona a finales del XIX: se conectan las tabernas y el submundo deprimente del East End con la corte de la Reina Victoria y el gobierno de la ciudad; intervienen la prensa y el sensacionalismo, la policía, piquetes callejeros, intelectuales, y la verdad y la mentira se entremezclan. Jack apareció como un espíritu maligno personificando los miedos de su tiempo con sus enigmáticos asesinatos, a los que todavía hoy seguimos buscándole un significado. Alguien llegó a decir que Jack the Ripper inició el S.XX.