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sábado, 11 de octubre de 2014

Caravaggio en sus cuadros.

En el autorretrato el pintor se suele representar a sí mismo como quien es.Van Gogh o Rembrandt por ejemplo se pintaron con frecuencia como Van Gogh o Rembrandt, con diferentes ideas en cada cuadro e incluso con algún disfraz de vez en cuando, pero como ellos mismos; Velázquez en Las Meninas aparece como Velázquez en palacio junto a los demás: de Durero a Warhol es la idea habitual del autorretrato. Caravaggio en cambio se retrataba dentro de sus cuadros como un personaje más dentro de la ficción que representaba, como cuando posa como Baco,o se pinta de Medusa o aparece mordido por un lagarto:

baco medusa y lagargo

O de testigo presenciando el martirio de San Mateo:

San Mateo y detalle

O en el llamado Concierto y El beso de Judas:

concierto y beso de Judas

O para culminar en el sorprendente David con la Cabeza de Goliath poco antes de morir:

Detalles cabreza de Goliath

Fue muy trabajador y metódico en su pintura y con su talento natural desarrolló un estilo que le hizo cosechar reconocimiento y admiración. Personalmente tenía un carácter difícil y hosco que le complicó inevitablemente la vida. Discutía y se peleaba con facilidad y se hizo enemigos; según se decía dormía vestido y armado por temor a ser asaltado por la noche; cometió un asesinato, estuvo en la cárcel y huyó varias veces de la justicia. Al final de su vida se salvó de que lo mataran en una reyerta pero quedó con la cara desfigurada. Murió anticipadamente antes de cumplir los 40, un contratiempo le retrasó en su vuelta a Roma por fin después de muchos años de destierro, y ya no llegó jamás.

Hay una especie de destino violento que destruye irremediablemente la inocencia presente tanto en su vida como en sus cuadros. Los temas tradicionales de carácter religioso o mitológico de la antigüedad los utiliza para expresar su visión de las cosas: su realismo dejaba en fuera de juego las ficciones anticuadas y el tema adquiría otra dimensión mucho más amplia. En un cuadro aparentemente tan piadoso como sus Siete acciones de misericordia, los ángeles parecen proteger a María y su hijo de de unos individuos que salen a hacer el bien como perdidos por unas callejuelas oscuras, creando una división entre el cielo y la tierra que parece insalvable.

Siete obras de la misericordia

Baco enfermo es por ejemplo un muchacho desmejorado que parece perdido:

Baco enfermo detalle

La Magdalena penitente no tiene nada de religioso:

magdalena penitente y detalles

Su capacidad de observación sigue siendo sorprendente. Las tramas complejas de sus cuadros están narradas con escenas de mucho movimiento, y las fijaba en el momento preciso en que se evidenciaba toda la idea. Los contrastes tan agudos de luz y sombras expresan la brusca verdad que brilla instantáneamente en el lado más sórdido y oscuro de la vida.

viernes, 3 de octubre de 2014

Plaça del Rei.

Alrededor de esta plaza se han sucedido tantas cosas a lo largo de los siglos que querer dar una mínima idea de tan sólo unas cuantas excede las posibilidades de este post. Lo mejor que puede hacer el visitante es ir a la plaza, echar un vistazo general y luego tal vez sentarse en alguna de las mesas que el bar de la esquina tiene instaladas cerca de la escultura de Chillida. Desde ahí te puedes ir fijando en las fachadas que enmarcan el rectángulo de la plaza mientras pasan los turistas, e imaginar lo que el viento se llevó hace tanto tiempo. Queda la capilla de Santa Ágata a un lado, el Palacio del Lloctinent al otro, y el Palacio Mayor al fondo con la torre del mirador del Rei Martí y la escalinata que da al Salón del Tinell, con la Casa Padellàs que cierra el espacio. La plaza tiene su origen en el siglo XI y seguramente conecte con la época visigoda, y se hallaron restos de la antigua ciudad romana no hace mucho en el subsuelo. Por ahí han pasado los gobernantes de la ciudad, reyes y mandatarios, ha contemplado combates y ajusticiamientos, y gente que iba y venía en su quehacer diario, hasta quedarse convertida en un lugar evocador como un decorado de otros tiempos.

El viernes 7 de diciembre de 1492 a mediodía sucedió un hecho inesperado que conmocionó la ciudad. El rey Fernando II llamado el Católico se hallaba en la ciudad para negociar un tratado con los embajadores del rey de Francia. Según era su costumbre los viernes atendía en el Palacio Mayor con los jueces las demandas del público, escuchaba los casos sentado en la silla de su sitial y dirimía sobre ellos. A eso de las 12 se levantó para ir a comer y salió para bajar las escaleras en dirección a la plaza rodeado de su séquito. Un individuo que salió de la iglesia que estaba al lado se fue haciendo sitio entre la multitud hasta acercarse a él, y mientras el rey descendía por el segundo peldaño el individuo se situó detrás y sacó una espada corta y ancha, con la que le asestó un golpe en el cuello. El nerviosismo del momento le hizo errar en la cuchillada, y la cadena de oro y la ropa del rey pararon parte del golpe; pero el rey quedó malherido y comenzó a sangrar abundantemente. Sus ayudantes detuvieron al regicida antes de que pudiera dar un segundo golpe, le clavaron 3 puñaladas, y cuando lo iban a matar Fernando les gritó en castellano: “¡No le matéis!”.

El archivero real de Barcelona Pere Miquel Carbonell se hallaba trabajando en su archivo acerca de unas prerrogativas de la corona cuando escuchó el jaleo. Salió y fue a la gran sala del Palacio y halló las puertas cerradas. Preguntó a los demás entre empujones y le dieron noticias contradictorias: que habían herido al rey, e incluso degollado. El miedo hizo que la gente tomara las armas en la ciudad y se prepararan para lo que aquello pudiese significar, y fueron llegando progresivamente frente al Palacio para conocer la verdad clamando a gritos venganza. La multitud se agolpaba frente a la puerta del Palacio y la golpeaba hasta hacerla temblar.

En su aposento Fernando perdió el conocimiento. Los médicos le inspeccionaron y vieron que no moriría: la herida era profunda y tenía la clavícula rota, pero no era mortal. Le cosieron 7 puntos y lo dejaron descansar. La reina Isabel fue a Palacio acompañada de sus doncellas temiéndose lo peor, y la tranquilizaron asegurándole que el rey viviría y que estaba ya a salvo. Fernando terminó asomándose al balcón para calmar al tumulto e incluso un poco después se dio una vuelta por la ciudad a caballo para que pudiesen verlo.

El asesino resultó ser Joan Canyamàs, un payés de remensa que según parece actuó solo. En el interrogatorio contestó como un loco: dijo entre otras cosas que la corona le pertenecía y que si se le restituía le perdonaría la vida a Fernando. Del interrogatorio se pasó a una tortura muy severa, pero nada más hallaron. El día 12 se le ejecutó para que sirviese de ejemplo a todo el mundo y para siempre. Lo llevaron en un carro desnudo y amarrado a un palo sobre una montaña de maderas, y fue recorriendo las calles por donde solía ir la procesión del Corpus. En cada parada que hacía le amputaban una parte de su cuerpo: primero un puño y luego medio brazo, entonces un ojo y después el otro y el otro puño, el brazo, la pierna, y así hasta desmembrarlo completamente y quitarle al final el cerebro. Pero nunca se quejó, entre el barullo de los muchachos que a su alrededor le iban siguiendo. Lo sacaron de la ciudad y apedrearon su cadáver, y finalmente lo hicieron arder entre las maderas sobre las que viajaba.

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