Ulises navega los mares durante años buscando el camino de vuelta a su país y su reina. Llega por fin sin darse cuenta cuando se creía perdido. Pero el tiempo ha pasado, ha envejecido y su aspecto ya no es el que era. Decide entonces no revelar su identidad y ver las cosas desde fuera. Su familia lo trata como a un forastero, sus amigos tampoco lo ven, y sus enemigos se ríen de él como de un mendigo: sólo su viejo perro de caza lo reconoce un momento antes de morir. Se mira entonces en el espejo y se ve a sí mismo como un extraño en un mundo que ya no parece el suyo. Se dirige hacia su casa hasta divisarla a lo lejos, y mientras se aproxima se cruza con una hermosa mujer que va en busca de agua. Ulises se acerca, le pide una limosna y le pregunta por el señor de la casa. Ella le da una moneda y le dice que su esposo está dentro. Él le hace una reverencia y la deja pasar, y mirando cómo se aleja todo le empieza a parecer como en un sueño, y piensa que tal vez sí se perdió de alguna manera en su viaje de regreso y que nunca llegó a Ítaca. Y siente el frío del fondo del mar que le mece suavemente con la corriente entre las algas y los peces, en donde se quedará ya para siempre. Y en su mano, aprieta la moneda.
lunes, 8 de diciembre de 2014
El Ulises de Germán: 1
Ulises navega los mares durante años buscando el camino de vuelta a su país y su reina. Llega por fin sin darse cuenta cuando se creía perdido. Pero el tiempo ha pasado, ha envejecido y su aspecto ya no es el que era. Decide entonces no revelar su identidad y ver las cosas desde fuera. Su familia lo trata como a un forastero, sus amigos tampoco lo ven, y sus enemigos se ríen de él como de un mendigo: sólo su viejo perro de caza lo reconoce un momento antes de morir. Se mira entonces en el espejo y se ve a sí mismo como un extraño en un mundo que ya no parece el suyo. Se dirige hacia su casa hasta divisarla a lo lejos, y mientras se aproxima se cruza con una hermosa mujer que va en busca de agua. Ulises se acerca, le pide una limosna y le pregunta por el señor de la casa. Ella le da una moneda y le dice que su esposo está dentro. Él le hace una reverencia y la deja pasar, y mirando cómo se aleja todo le empieza a parecer como en un sueño, y piensa que tal vez sí se perdió de alguna manera en su viaje de regreso y que nunca llegó a Ítaca. Y siente el frío del fondo del mar que le mece suavemente con la corriente entre las algas y los peces, en donde se quedará ya para siempre. Y en su mano, aprieta la moneda.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Ciertamente ya nada es como era antes....
ResponderEliminarUn cordial saludo
Los domingos por la tarde estoy viendo una serie francesa sobre Ulises...
ResponderEliminarGracias por recordarlo.
Saludos