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viernes, 31 de agosto de 2018

Port de mer, effet de brume (L'Embarquement d'Ulysse, ou d'Énée, Iule et Achate ?), de Claude Gellée, llamado Claude le Lorrain, Musée du Louvre.

En la mayor parte de cuadros de Claude Gellée, llamado Le Lorrain por su procedencia, el sol está saliendo o poniéndose. Puesto que se trata de un embarque, según indica la leyenda del título, es de suponer que se trata, en este caso, de una hora temprana por la mañana. El sol ilumina lateralmente un ambiente en el que todavía reina la penumbra, y ese contraste entre la parte de luz y de sombra define el volumen de los objetos y las figuras, y de alguna manera realza también su realidad, considerando además que acabamos de salir de la noche. La bruma matinal que parece venir de las montaña y el mar detrás, crea una especie de luminosidad atmosférica. Sus cuadros reflejan momentos de una óptica excepcional, y podríamos decir incluso que reflejan el brillo inicial de la creación.

Tenía un evidente conocimiento del paisaje basado en la observación, y al mismo tiempo tendía a idealizar sus escenarios. En este cuadro podemos ver cómo combina épocas; paisajes y marinas, con figuritas integradas en el todo que hacen referencia vagamente a alguna escena mitológica; un puerto, barcos y pasajeros dan la sensación de un lugar de tránsito en donde la gente llega y se va; vemos edificios que no cobijan vida sino que tienen una misteriosa presencia arquitectónica; contrapone lo lejano y lo cercano, así como el mar, el cielo y la tierra, el futuro y el pasado, naturaleza y civilización, lo imaginario y lo real, la calma y el movimiento, y todo va despertando en el espectador sensaciones diversas y encontradas.

El cuadro está fechado en 1646. Hay otros 3 anteriores en fecha en la misma sala de motivo similar, en los que la composición queda más apretada. Éste es el que más me gusta, en lugar de rellenarlo con cosas dejó lugar al espacio. Conozco otro todavía más tardío de 1674 en la pinacoteca de Munich, en el que dejó aún más espacios.

Fue adquirido en 1695 para la colección de Luis XIV. Sus obras tuvieron mucho éxito en su época y fueron comprados por las principales cortes europeas. En Inglaterra se le llamaba Claude Lorrain, igual que en Francia; en Italia, Claudio Lorenese; y en España, Claudio de Lorena.

Cuando vi este cuadro el museo estaba abarrotado de gente. Sin embargo la sala en la que se ubicaba, permanecía vacía y en silencio, desapercibida. Me distraje contemplando el cuadro un buen rato, y entonces me fijé en las sombras alargadas de las personas. Anoté en un pequeño bloc de notas las siguientes palabras, un tanto enigmáticas: “sombras alargadas, a unos les queda delante y a otros detrás, a unos les siguen y otros las siguen. Así es la vida.”. No creo que el pensamiento tuviese mucho que ver con el cuadro; pero también creo que hay algo misterioso y poético que nos transmite detrás de todo lo que nos presenta, en cierto sentido invisible, y a mí me dio por pensar eso.

1,19 x 1,5 m.

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