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jueves, 2 de abril de 2015

El Ulises de Germán: 10

Ulises se ha sentado en el suelo de popa junto al timón para descansar un rato. Lleva diez días pilotando la nave personalmente sin apenas dormir, y calcula que a ese ritmo deberían avistar la costa de Ítaca en cualquier momento. Levanta la cabeza para ver la vela blanca henchida de viento, y se fija en el buen humor de su tripulación. Luego se gira para ver la flota de naves siguiéndole.

En la proa un vigía parece haber visto algo a lo lejos. Los demás se dan cuenta y se le acercan para quedarse todos mirando en la misma dirección. El vigía va corriendo al palo y se sube para verlo mejor:

- ¡Allá, tierra! ¡Ítaca!

La tripulación lo celebra con un grito unánime. Ulises llama al piloto y le cede el timón. Le traen comida y cuando prueba el vino se acuerda entonces de Polifemo: fue una estupidez burlarse de él después de escaparse. Empieza a notar una cierta embriaguez y se le relaja el cuerpo, apoya la cabeza y mientras se le cierran los ojos le vienen imágenes de sueños en los que aparece su casa y su gente, y un viento extraño que de pronto lo va borrando todo ante su vista antes de que pueda llegar, desvaneciéndose como en la nada, y dejándolo solo y perdido como un náufrago en el medio del mar.


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