Circe le ha pedido a Ulises que le acompañe al sótano de su casa y allí le muestra una puerta apenas visible acercando la vela.
- Es por aquí. Toma esta droga: te permitirá ver en el Mundo Subterráneo. Encuentra al ciego Tiresias, dale para beber de esta otra botella pero guárdala siempre contigo. Te dirá lo que tienes que oír para proseguir el viaje. Yo me quedaré aquí para esperarte.
Ulises apura la poción de un trago y siente enseguida náuseas y mareos. Ella abre la puerta, le ayuda a cruzarla y le dice que baje con cuidado los escalones. Cierra entonces la puerta tras de él, y después de bajar a tientas la escalera de caracol sigue por un corredor que le deja delante de un paisaje sin apenas color, ceniciento y sombrío, con ríos de agua estancada y árboles marchitos y desnudos que parecen expresar con sus ramas la angustia de haberse quedado sin vida.
De pronto tiene a Elpénor caminando junto a él con un semblante inexpresivo:
- Ulises, entiérrame cuando vuelvas, prefiero la nada en un bonito túmulo junto al mar que deambular perdido por este lugar toda una eternidad.
- No sabía que habías muerto… Lo haré. ¿Dónde está Tiresias?
Elpénor levanta el brazo para señalar un bosque al fondo. Ulises se fija en esa dirección y cuando se vuelve para mirar de nuevo a su compañero ve que ya no está. Se acerca al bosque y de pronto da con una mujer anciana que se le aparece de espaldas. Se acerca para verla de cara pero sorprendentemente ella se gira para quedar de nuevo de espaldas. De pronto la reconoce:
- ¿Madre?
La mujer levanta el brazo para señalar otra vez el bosque. Ulises se dirige entonces hacia allí y se gira antes de entrar, para ver otra vez a la anciana de espaldas, como ausente en su mundo. Una voz lo llama por su nombre desde el bosque y se adentra en él.
Halla al ciego de pie e inmóvil bajo un árbol de ramas tortuosas y delante de un charco de agua perfectamente quieta que lo refleja como un espejo. Tiresias le pide la botella, se la coloca entre las manos y sonríe levemente. Bebe un trago, se queda como recordando algo y entonces se la devuelve:
- Sabe a vida.., pero es sólo el sabor. Se te aparecerán los fantasmas de los muertos, dales un poco si quieres que te digan la verdad. Averigua lo que puedas y no te demores en volver, tiene que ser nada más que un rápido chapuzón en el Inframundo, después sal deprisa. Escucha pues lo que te voy a decir y luego habla con tu madre.
Tiresias le cuenta que Polifemo es hijo de Poseidón y que éste busca venganza por lo que le hizo Ulises. Le advierte que cuando llegue a la isla de Trinacia no debe dañar las ovejas y vacas de Helios, de lo contrario perderá la nave y sus amigos, se demorará su retorno y su casa se llenará de pretendientes que ambicionarán su reino y a Penélope. También le dice que tendrá oportunidad más adelante de vengarse de ellos. Y finalmente le profetiza que alcanzará la vejez y que morirá en tierra firme.
Le ofrece entonces la botella a su madre, que la prueba y por fin se da la vuelta. Le cuenta cómo estaban las cosas en Ítaca en su ausencia y que la vida ya no significaba nada para ella. Luego vienen las almas de mujeres conocidas que le piden probar de la botella, y le cuentan diversas historias. Ve entonces a Aquiles, que le confiesa que añora la vida, y que se alegra al escuchar noticias de su hijo; a un irritado Agamenón, que le aconseja desconfiar de Penélope cuando vuelva; y a Ayax, que todavía le guarda rencor y no le dirige la palabra.
Ve entonces a varios héroes del pasado y busca a Teseo y Pirítoo para conocerlos, pero de pronto comienza a congregarse una multitud de difuntos que va creciendo en número a su alrededor pidiendo probar de la botella. Lo van rodeando y acercándose a Ulises, que no sabe cómo salir y empieza a tener miedo.
Ulises se despierta y se halla tirado en el suelo de la antesala junto a la puerta que acaba de traspasar. Ve a Circe que está sentada en un rincón envuelta de penumbra mirándolo. Está comiendo una manzana, y entonces le sonríe y pregunta:
- ¿Qué tal ha ido?
- Me parece que el rencor es lo que principalmente mueve a los dioses. No me puedo levantar.
- Espera un rato, se te pasará. Los dioses ya no son lo que eran, aunque en realidad nunca han sido gran cosa: si Poseidón te odia por ejemplo es porque te tiene miedo, que sean inmortales no quiere decir que no les pase también su tiempo. Quizás incluso haya llegado el momento en que los dioses empiecen a sentir envidia del ser humano.
- ¿Me ayudas a levantarme?
- Es por aquí. Toma esta droga: te permitirá ver en el Mundo Subterráneo. Encuentra al ciego Tiresias, dale para beber de esta otra botella pero guárdala siempre contigo. Te dirá lo que tienes que oír para proseguir el viaje. Yo me quedaré aquí para esperarte.
Ulises apura la poción de un trago y siente enseguida náuseas y mareos. Ella abre la puerta, le ayuda a cruzarla y le dice que baje con cuidado los escalones. Cierra entonces la puerta tras de él, y después de bajar a tientas la escalera de caracol sigue por un corredor que le deja delante de un paisaje sin apenas color, ceniciento y sombrío, con ríos de agua estancada y árboles marchitos y desnudos que parecen expresar con sus ramas la angustia de haberse quedado sin vida.
De pronto tiene a Elpénor caminando junto a él con un semblante inexpresivo:
- Ulises, entiérrame cuando vuelvas, prefiero la nada en un bonito túmulo junto al mar que deambular perdido por este lugar toda una eternidad.
- No sabía que habías muerto… Lo haré. ¿Dónde está Tiresias?
Elpénor levanta el brazo para señalar un bosque al fondo. Ulises se fija en esa dirección y cuando se vuelve para mirar de nuevo a su compañero ve que ya no está. Se acerca al bosque y de pronto da con una mujer anciana que se le aparece de espaldas. Se acerca para verla de cara pero sorprendentemente ella se gira para quedar de nuevo de espaldas. De pronto la reconoce:
- ¿Madre?
La mujer levanta el brazo para señalar otra vez el bosque. Ulises se dirige entonces hacia allí y se gira antes de entrar, para ver otra vez a la anciana de espaldas, como ausente en su mundo. Una voz lo llama por su nombre desde el bosque y se adentra en él.
Halla al ciego de pie e inmóvil bajo un árbol de ramas tortuosas y delante de un charco de agua perfectamente quieta que lo refleja como un espejo. Tiresias le pide la botella, se la coloca entre las manos y sonríe levemente. Bebe un trago, se queda como recordando algo y entonces se la devuelve:
- Sabe a vida.., pero es sólo el sabor. Se te aparecerán los fantasmas de los muertos, dales un poco si quieres que te digan la verdad. Averigua lo que puedas y no te demores en volver, tiene que ser nada más que un rápido chapuzón en el Inframundo, después sal deprisa. Escucha pues lo que te voy a decir y luego habla con tu madre.
Tiresias le cuenta que Polifemo es hijo de Poseidón y que éste busca venganza por lo que le hizo Ulises. Le advierte que cuando llegue a la isla de Trinacia no debe dañar las ovejas y vacas de Helios, de lo contrario perderá la nave y sus amigos, se demorará su retorno y su casa se llenará de pretendientes que ambicionarán su reino y a Penélope. También le dice que tendrá oportunidad más adelante de vengarse de ellos. Y finalmente le profetiza que alcanzará la vejez y que morirá en tierra firme.
Le ofrece entonces la botella a su madre, que la prueba y por fin se da la vuelta. Le cuenta cómo estaban las cosas en Ítaca en su ausencia y que la vida ya no significaba nada para ella. Luego vienen las almas de mujeres conocidas que le piden probar de la botella, y le cuentan diversas historias. Ve entonces a Aquiles, que le confiesa que añora la vida, y que se alegra al escuchar noticias de su hijo; a un irritado Agamenón, que le aconseja desconfiar de Penélope cuando vuelva; y a Ayax, que todavía le guarda rencor y no le dirige la palabra.
Ve entonces a varios héroes del pasado y busca a Teseo y Pirítoo para conocerlos, pero de pronto comienza a congregarse una multitud de difuntos que va creciendo en número a su alrededor pidiendo probar de la botella. Lo van rodeando y acercándose a Ulises, que no sabe cómo salir y empieza a tener miedo.
Ulises se despierta y se halla tirado en el suelo de la antesala junto a la puerta que acaba de traspasar. Ve a Circe que está sentada en un rincón envuelta de penumbra mirándolo. Está comiendo una manzana, y entonces le sonríe y pregunta:
- ¿Qué tal ha ido?
- Me parece que el rencor es lo que principalmente mueve a los dioses. No me puedo levantar.
- Espera un rato, se te pasará. Los dioses ya no son lo que eran, aunque en realidad nunca han sido gran cosa: si Poseidón te odia por ejemplo es porque te tiene miedo, que sean inmortales no quiere decir que no les pase también su tiempo. Quizás incluso haya llegado el momento en que los dioses empiecen a sentir envidia del ser humano.
- ¿Me ayudas a levantarme?
- Me parece que no, seguiremos así un rato más. Al menos atrasaré tu partida estos minutos.
Cada vez mejor....
ResponderEliminarSaludos